Los mortales deben confiar en la sabiduría de los dioses, pero nunca olvidar que son falibles. Pueden ser mezquinos, ruines, y lo peor de todo, erróneos. ¿Cuáles son las consecuencias de sus errores? Deberían haber matado a la bestia lobo Fenrir, en vez de atarlo. A pesar de las advertencias y profecías que arrancaba Odin en el Ragnorok y la tierra y el cielo serían devorados, no todo termina con el hijo de Loki. Ahora, el terror vaga libre. No se sabe cómo, pero Fenrir está desatado. 

Tres veces intentaron atarlo, Fenrir estaba convencido que las cadenas no eran más que un reto para su fuerza, una prueba para ver si podía romperlas. Las dos primeras cadenas forjadas por Dios se rompieron fácilmente debajo del terrible poder de la bestia, pero la tercera era una cinta, hecha por un enano, y Fenrir comenzó a sospechar de las intenciones del Dios. Como muestra de fe, exigió a uno de ellos que colocara la mano en su boca, y si la cinta resultaba ser de naturaleza mágica, él tendría la pena correcta. Valiente, o tonto, Tyr puso su puño en las fauces de Fenrir como si la cinta estuviera fijaba a la pierna del lobo. Fenrir tensó y gritó, pero no podía liberarse, y de rabia, devoró la mano de Tyr. 

Durante un tiempo, Fenrir fue olvidado, la terrible profecía sólo era un recuerdo. Pero todos fueron advertidos y los dioses no hicieron nada. Fenrir tiene hambre ahora, el primer cazador, un alfa entre las ovejas, pero ningún ser humano podrá satisfacer su necesidad. Es la venganza que tanto desea, y ahora está desatado.