Bella y terrible, Hel es el guardián de los muertos, enjuicia a las almas y decide cuál de ellas renace o se quedan en las profundidades del inframundo. Ella está a ambos lados de los dos extremos.

Como hija de Loki, el Dios tramposo, el destino de Hel, al igual que sus hermanos Fenrir y Jormungandr, estaba condenado a la oscuridad desde el principio. Odín, el Padre de Todos, descubrió profecías sobre Hel y sus hermanos, ellos serían la fuente de la gran calamidad que desemboco en Ragnarok, la batalla que pondría fin a todas las cosas. En un esfuerzo por evitar esto, echó a cada uno de los tres en diferentes reinos; no en una prisión, aunque lejos de la libertad. A Hel, Odín le dio el cargo del reino de los muertos, en concreto los que morían de enfermedad y vejez. Por sí mismo, Odin retuvo en Valhalla a los que murieron en la batalla.

Al nacer, la mitad del rostro de Hel emitía oscuridad, y la otra mitad luz, que era a la vez vivo y muerto, así que tomó de inmediato su nuevo papel, y regaló a Odin los cuervos Huginn y Muninn en agradecimiento. A medida que los espíritus de los de buen corazón, los enfermos y los ancianos eran llevados a ella, ésta se preocupaba por ellos y les daba consuelo, sin embargo, aquellos a los que consideraba almas malvadas las lanzaba sin piedad a las profundidades heladas del Niflheim.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de Odín, el destino no pudo ser evitado. Un conflicto puso a Hel entre la benevolencia y la malicia obligándola a estar en un extremo o el otro. Llegará un momento en el que Hel cumplirá su profecía, aunque todavía se desconoce si será una sombra de la oscuridad o la fuerza de la luz.