Hablar de Kali es hablar del comienzo del tiempo mismo. 

A través de las majestuosas tierras del Indostán se levantó un ejército de demonios que conquistó el campo y masacró al pueblo. Sin embargo, cuando los propios dioses fueron derrotados, Devi, la diosa suprema, surgió para lanzar de nuevo este dominio y proteger a los fieles. 

Tres formas tomó durante estos tiempos antiguos. El primero, Durga, la Madre de la Creación, era tan radiante como temible. A horcajadas sobre su tigre, dispersó la horda de demonios hasta que se encontró con el horrendo Raktabija. Por cada herida que le dio el demonio, su sangre maldita crea una copia, lo que resultaría rápidamente en un ejército imparable de clones Raktabija. Rage hierve en las esquinas de la mente de Durga, en la búsqueda para sacrificar y destruir el mal. De la frente de Durga surgido ha su forma airada, con la piel oscurecida y los ojos brillando en rojo amenazador. 

Así era Kali, el Negro Uno, Diosa del Tiempo y de la Destrucción, y la segunda forma de Devi nació. 

Pocas veces se ha visto a Kali, se mantuvo en las sombras de la mente de Devi, pero cuando las mareas de la batalla cambian y el mal se cierne, no hay solución, sino la destrucción desenfrenada del mal, y Kali, una vez más, camina por la Tierra.